Aunque el niño lleve años sin hablarla, como puede ser el caso de los pequeños adoptados, ese primer idioma influirá en la forma en la que adquiere otros nuevos
El estudio demuestra la plasticidad del cerebro para adaptarse a nuevos idiomas
Una familia francesa adopta a un niño chino menor de 3 años. Durante el tiempo que ha vivido en su país de origen, el pequeño ha aprendido su idioma, pero una vez llegado a Europa, deja de hablarlo por completo porque solo se comunican con él en francés. ¿Qué ocurre con ese primer idioma? ¿Se olvida si no se habla durante años? En la práctica puede parecer que sí, pero en realidad el cerebro no lo hace. Las palabras que el crío aprendió de forma temprana ya han modificado el «cableado» cerebral e influirán en la forma en la que aprenderá otras nuevas.
Investigadores de la Universidad McGill y el Instituto Neurológico de Montreal en Canadá aseguran que, incluso si es breve, la exposición temprana a un idioma influye en cómo nuestro cerebro procesa los sonidos de una segunda lengua más adelante en la vida. El estudio, publicado en Nature Communications, demuestra la plasticidad del cerebro y la capacidad de adaptarse a nuevos idiomas.
Los científicos hicieron un experimento con tres grupos de niños de 10 a 17 años de edad con muy diferentes orígenes lingüísticos. Un grupo nació y creció en familias de habla francesa monolingües. Los miembros del segundo grupo fueron adoptados en China en una familia de habla francesa antes de los tres años, dejaron de hablar chino y utilizaban sólo francés. El tercer grupo era bilingüe en chino y francés.
A medida que los niños respondían a una serie de palabras que escuchaban, los investigadores utilizaban imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para mirar cómo se activaban diferentes partes de sus cerebros.
Aunque todos los grupos realizaron las tareas igual de bien, las áreas del cerebro que se activaron difirieron entre ellos. En los niños franceses monolingües sin exposición al chino, se activaron las áreas, especialmente el giro frontal inferior izquierdo y la ínsula anterior, que se espera que participen en el procesamiento de los sonidos del lenguaje. Sin embargo, en los niños bilingües, que hablaban chino y francés, y los pequeños adoptados en China que habían aprendido chino y luego habían dejado de hablarlo, se activaron áreas del cerebro adicionales, como la circunvolución frontal media derecha, etc., relacionadas con la memoria y la atención.
Lo más curioso es que los niños que habían sido adoptados por familias francesas monolingües y ya no hablaban chino, y que eran funcionalmente monolingües en el momento de la prueba, todavía tenían cerebros que procesaban el lenguaje de una manera que es similar a la de los niños bilingües.
Plasticidad cerebral
Plasticidad cerebral
«Durante el primer año de vida, como un primer paso en el desarrollo del lenguaje, los cerebros de los bebés están muy sintonizados para recoger y almacenar información sobre los sonidos que son relevantes e importantes para el lenguaje que escuchan a su alrededor», dice Lara Pierce, autora principal del artículo. «Estos resultados sugieren que los niños expuestos al chino de bebés procesan el francés de una manera diferente a los niños franceses monolingües».
Ahora, los investigadores están interesados en saber si áreas similares del cerebro se activan si los idiomas que se «pierden» o «ganan» a través de la adopción son más similares que el chino y el francés, como el francés y el español, por ejemplo.
Los autores creen que su estudio añade datos novedosos a la comprensión de la plasticidad cerebral, lo que puede ser importante a la hora de crear nuevos programas educativos.
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