El perjuicio no se limita al consumidor, sino que también tiene lugar en los hijos cuyas madres tomaron la droga durante el embarazo
Neuronas cerebrales - WIKIPEDIA
Que el consumo de cocaína resulta muy perjudicial para el organismo, y muy especialmente para el cerebro, queda fuera de toda duda. Así lo han demostrado los resultados de todos los estudios realizados para analizar los efectos asociados a su uso recreativo. Y a los mismos se aúnan los alcanzados en una nueva investigación llevada a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad John Hopkins en Baltimore (EE.UU.), en el que se muestra que las dosis elevadas de cocaína inducen a las neuronas cerebrales a autofagocitarse –o ‘autocanibalizarse’, es decir las células se digieren a sí mismas para morir.
Es más; las conclusiones de este nuevo estudio llevado a cabo en modelos animales –ratones– también alertan de que este perjuicio no se limita únicamente al consumidor, sino que incluso se extiende a los hijos cuando la droga es consumida por sus madres durante el embarazo.
Como explica Solomon Snyder, director de este estudio publicado en la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences», «en el estudio hemos realizado ‘autopsias’ con objeto de descubrir la forma en que mueren las células cuando se consumen altas dosis de cocaína. Y la información que hemos obtenido nos ha dado una visión inmediata sobre cómo podríamos usar un fármaco experimental para interferir en el proceso y prevenir el daño».
‘Autocanibalismo’
Las células contienen unos orgánulos denominados ‘lisosomas’ en las que, a modo de bolsa, guardan enzimas hidrolíticas y proteolíticas para degradar los desechos que se acumulan en sus citoplasmas. Un proceso de ‘limpieza celular’ totalmente necesario y controlado por numerosas proteínas que, como recuerdan los investigadores, se denomina ‘autofagia’.
En palabras de Prasun Guha, co-autor del estudio, «una célula es como una casa que está constantemente generando basura. Y la autofagia es como el ama de llaves que saca la basura».
El problema es cuando este proceso se acelera y descontrola, provocando que la célula libere todas sus enzimas hidrolíticas y proteolíticas y se digiera a sí misma desde el interior para, finalmente, morir. Y en este contexto, como ya se había observado en otros tipos de células cerebrales –las astrocitos y las microglías–, las elevadas dosis de cocaína alteran los niveles de proteínas que controlan el proceso y provocan que las neuronas cerebrales se autofagociten.
Como indica Prasun Guha, «es como si la cocaína provocara que el ama de llaves también tirara las cosas importantes, como es el caso de las mitocondrias, responsables de producir la energía para la célula».
La cocaína actúa exclusivamente sobre la autofagia, por lo que contamos con mejores oportunidades para desarrollar nuevos fármacos para suprimir su toxicidad
Maged Harraz
Posible tratamiento
La muerte celular inducida por la cocaína está mediada por el óxido nítrico y su interacción con la enzima GAPDH. Por ello, los investigadores también evaluaron el tratamiento con el fármaco experimental CGP3466B, que entre otros efectos interrumpe la interacción del óxido nítrico y la enzima GAPDH, para ver si podía proteger a las neuronas cerebrales de los ratones de los efectos de la cocaína. Y la respuesta fue positiva: el fármaco detuvo la autofagia inducida por la droga.
Como destaca Maged M. Harraz, co-autor de la investigación, «la cocaína actúa exclusivamente sobre la autofagia, y no sobre los otros dos métodos con los que cuentan las células para programar su muerte. Por tanto, tenemos más oportunidades de desarrollar nuevos fármacos para suprimir su toxicidad».
Y en este contexto, ¿el CGP3466B podría ser este nuevo fármaco? Pues según han constatado los estudios en fase II llevados a cabo en la enfermedad de Parkinson y la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) –en los que no se observó ninguna eficacia–, este fármaco experimental resulta totalmente seguro. Sin embargo, concluyen los autores, «nuestros resultados deben ser tomados con cautela. Necesitamos muchos más años de investigación para ver si realmente previene el daño asociado a la cocaína».
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