sábado, 6 de febrero de 2016

Nuestra flora intestinal depende de cómo nacemos y de lo qué comemos de bebés

Los niños nacidos por cesáreas presentan bacterias muy diferentes a las de sus madres, justo lo contrario que los nacidos por vía vaginal. La lactancia materna también es determinante

La composición de la microbiota es diferente a lo largo de los 12 primeros meses si el bebé nace de parto vaginal y es amantado, si se le alimenta con biberón o si nace por cesárea - Bäckhed et al./Cell Host & Microbe 2015

La forma en la que nacemos o cómo nos alimentamos durante los primeros años de vida va a determinar nuestro microbioma, es decir, las bacterias que van a convivir con nosotros. Lo acaba de comprobar una investigación que se publica en «Cell Host & Microbe's» tras un análisis de las muestras de heces de 98 bebés suecos durante su primer año de vida. Por ejemplo, los niños nacidos por cesárea tenían bacterias intestinales menos parecidas a las de sus madres que aquellos nacidos por vía vaginal.
El trabajo también ha visto que las decisiones en la alimentación, pecho o biberón, son claves en el microbioma intestinal infantil. «Nuestros resultados muestran que el cese de la lactancia materna, en lugar de la introducción de alimentos sólidos, es el factor principal en el desarrollo de una microbiota similar a la de un adulto», señala Fredrik Bäckhed de la Universidad de Gotemburgo (Suecia). «Sin embargo, el efecto de su alteración precoz sobre la salud y la enfermedad en la adolescencia y la edad adulta está por demostrar».
Se sabe que las bacterias intestinales son una fuente de nutrientes y vitaminas para un niño durante su crecimiento. Nuestros ‘inquilinos intestinales’ son capaces de interactuar con los procesos celulares normales. Por ello, los investigadores trabajan en comprender el papel de los microbios intestinales en el metabolismo, la inmunidad e incluso en el comportamiento.

Colonizadores intestinales

Este nuevo estudio, dirigido por Bäckhed y Jovanna Dahlgren en la Universidad de Gotemburgo y Wang Jun, del Instituto de Genómica de Beijing-Shenzhen (China), apoya observaciones anteriores que aseguran que los colonizadores bacterianos más iniciales se derivan de la madre. Los investigadores han visto ahora que aunque los bebés nacidos mediante cesárea reciben menos microbios de su madre, todavía son capaces transmitirlos a través de la piel y la boca.
Además han comprobado que una vez que la bacteria se afianza en el intestino de un bebé, sus poblaciones cambian dependiendo de lo que éste come. Por este motivo los investigadores creen que el cese de la lactancia materna es un momento clave en el desarrollo del microbioma ya que ciertos tipos de bacterias prosperan en los nutrientes que la leche materna proporciona. Una vez que ya no están disponibles, emergen otras bacterias, que son más comunes en los adultos.
«Los resultados subrayan el papel de la lactancia materna en la formación y la sucesión de las comunidades microbianas del intestino durante el primer año de vida», escriben. «La microbiota intestinal de los niños que ya no eran amamantados se enriqueció en especies pertenecientes a clostridios, frecuentes en los adultos. Por el contrario, bacterias como Bifidobacterium y Lactobacillus todavía dominaban la microbiota intestinal de los lactantes alimentados con leche materna».

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